Más de 100 personas aprendiendo a darle la vuelta al mundo
El pasado 29 de Octubre tuve el placer de dar una clase en el congreso nacional de yoga más antiguo de España, en el XII Congreso de Yoga de Costa del Sol que se celebra cada año en Marbella.
Victor M. me invitó a principios de año y poco a poco, tras algunas conversaciones, intercambio de correos electrónicos y su fuerza motivadora, me decidí a impartir un taller de invertidas. Sí, posturas con los pies hacia el cielo, invertidas para todos, sin importar edad, género o condición física, variaciones y transiciones para todos los niveles, sin perder la esencia del hatha yoga.
Llegó el día, y la hora, y allí me subí, a esa tarima delante de un centenar de yoguis y yoguinis venidos de diferentes puntos geográficos, pero unidos por la pasión de compartir un fin de semana repleto de yoga. La clase empezó, y tras pasar los primeros minutos de tensión fui sintiéndome más y más cómoda, las sonrisas amables de las personas allí reunidas me fueron dando justo lo necesario para ir soltando el nerviosismo inicial. Se formó una bonita energía de grupo y fuimos adentrándonos suavemente en posturas cada vez un poco más retadoras, desde shirsasana o postura sobre la cabeza, pasando por trípode hasta el pino, la más retadora de todas.
Las posturas invertidas activan el sistema simpático, y con él todo lo que lleva asociado, sensaciones positivas, entusiasmo y optimismo. Se oían risas y voces mientras la gente practicaba en parejas y lo pasaban bien. A la vez yo iba asistiendo y resolviendo pequeñas dudas, mi labor en aquella sala fue guiar y compartir una práctica flexible y cordial.
El savasana se encargó de relajar el ambiente al final de la sesión, tanto físicamente como mental y emocionalmente. Una lectura cortita de Iyengar hablando de la cordialidad en la práctica, el compañerismo y la alegría cerró mi clase. Los aplausos nacieron espontáneos, quizás educados, y abrazos y palabras de agradecimiento llovieron desde los corazones más atrevidos que se acercaron a mí al finalizar.
Esta ha sido mi clase más numerosa, este ha sido uno de los retos más retos, pero también ha sido una de las más enriquecedoras experiencias. La disfruté cada segundo como muestra mi cara en las fotos, sonreí con los asistentes, y me fui feliz de haber compartido y haber cumplido un sueño…uno más.
Gracias a Victor por haberme invitado, y haberme sacado de mi zona de comfort. Gracias a cada asistente por esas sonrisas que lo hicieron todo más fácil y amoroso. Gracias a la vida y al universo.
Por cierto, en Febrero nos vemos en el Congreso de yoga del Mediterráneo.
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