Denegada por la Asociación Vipassana

Reflexiones tras ser denegada por la Asociación Vipassana:

Un Camino que ya no quiero seguir

Hace unos meses, recibí un email que, lejos de lo que esperaba, me dejó profundamente desilusionada. La Asociación Vipassana, a la que durante mucho tiempo respeté y admiré, me denegó la admisión a cualquiera de sus cursos. La razón que esgrimieron fue mi condición de profesora de yoga y el hecho de que enseño otras formas de meditación que no son estrictamente Vipassana. Esta noticia, que al principio me dejó perpleja, rápidamente se transformó en una mezcla de desagrado y tristeza, haciéndome reflexionar profundamente sobre el rumbo que está tomando esta organización y, más aún, sobre el sentido real del camino espiritual que tantos de nosotros buscamos.

Durante años, he valorado la práctica de Vipassana como una herramienta poderosa para el autoconocimiento y la liberación personal. Siempre vi en ella una enseñanza libre de dogmas, abierta y accesible para todos aquellos que desearan emprender un camino de introspección y crecimiento interior. Creía, ingenuamente, que era un espacio donde la pluralidad de pensamiento y la diversidad de prácticas podían coexistir en armonía. Sin embargo, este email dejó claro que la realidad es otra. Lejos de ser un espacio inclusivo, la organización parece haber adoptado una postura sectaria, limitando y excluyendo a aquellos que no se adhieren estrictamente a sus preceptos.

Lo que más me sorprendió fue la frialdad y el tono inflexible del mensaje. No hubo un intento de diálogo, ni una apertura a la comprensión. Simplemente, fui denegada por la Asociación Vipassana. Recibí una negación rotunda basada en la idea de que, por no seguir estrictamente su método, ya no soy bienvenida. Este tipo de exclusión me hizo replantear la verdadera naturaleza de la organización y el propósito de sus enseñanzas. Me pregunto cómo algo que se presenta como un camino hacia la libertad interior puede convertirse en una estructura rígida que no tolera la diversidad de enfoques. Es una contradicción que me resulta difícil de aceptar.

Pensar en el maestro que inspiró la técnica de meditación Vipassana me causa aún más tristeza. Estoy convencida de que él estaría profundamente avergonzado de ver en lo que se ha convertido su legado. En lugar de un camino que busca liberar a las personas de las ataduras mentales, la organización parece haber creado nuevas cadenas, basadas en la exclusión y el control. Me duele ver cómo se ha distorsionado una enseñanza tan valiosa, llevándola a un lugar de desprestigio que nada tiene que ver con su propósito original.

 

Este episodio ha sido un punto de inflexión para mí. Después de reflexionar mucho, he decidido que ya no quiero aprender nada de ellos. No porque haya dejado de valorar la técnica en sí misma, sino porque ya no puedo respetar a una organización que traiciona los principios fundamentales de apertura, compasión y respeto por el camino individual de cada persona. Mi camino espiritual sigue adelante, pero lo hará sin la influencia de una organización que, a mi juicio, ha perdido el rumbo y ha dejado de ser fiel a sus principios originales.

Con esta experiencia, quiero compartir una reflexión con todos aquellos que están en su propio camino de yoga y meditación. Es fundamental que, a lo largo de nuestro viaje, nos mantengamos críticos y cuestionemos siempre las estructuras a las que decidimos acercarnos. No debemos dejarnos deslumbrar por el brillo de una institución sin antes mirar detenidamente qué hay detrás de ella. El verdadero maestro está en uno mismo, en nuestra capacidad de discernir y de encontrar nuestra propia verdad, sin depender de la aprobación o desaprobación de otros.

No permitamos que el poder, el control o la exclusión ensombrezcan lo que realmente importa: el crecimiento interior, la búsqueda de la verdad y la compasión hacia todos los seres. Sigamos adelante con el corazón abierto, pero con la mente clara, recordando siempre que el camino espiritual es nuestro, y que nadie más que nosotros mismos puede determinar su dirección.


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