Yoga en la India

Yoga en la India

Viajé a la India para colaborar con el proyecto de Lucas y Maria, a las pocas semanas me aventuré a seguir mi propio camino por el sur del país. Y fue cuando una mañana calurosa en la playa de Varkala, (Kerala, India) jugábamos con el acroyoga como niños con juguetes nuevos. Ahora vuelo yo, ahora vuelas tú, y entre vuelo y vuelo apareció Vinay. El joven indio de amplia sonrisa y ojos profundos. No sé muy bien como ocurrió pero un rato después estábamos todos juntos comiendo thali, la comida india más típica, en un bar del acantilado.

Yin Yoga con Vinay
Yoga cerca del cielo

Vinay se sentó a mi lado, me tocaba el papel de traductora. Mi inglés sin ser muy bueno era el mejor de aquel grupo, así que lo fui conociendo y entre pregunta y respuesta descubrí que se encontraba en el lugar porque estaba dando una formación para futuros profesores de yin yoga, intercambiamos los teléfonos y quedamos para vernos la semana próxima.

Yoga en la India

Unos días después estaba cogiendo mi esterilla a las 7 de la mañana para acudir a su clase. Desde la guesshouse donde me hospedaba el paseo era muy agradable, caminar por el acantilado mientras todo permanecía en silencio, las tiendas cerradas y solo algunas personas barriendo o regando los suelos como en meditación consciente.

La clase empezaba, puse atención plena para no perder detalle de sus explicaciones en un idioma que no era el mío, pero enseguida sentí conexión plena con el lugar y su voz, y solo alguna vez tuve que abrir el rabillo del ojo para guiarme por la práctica. El tejado de la escuela, el sol brillar todavía tenue en el cielo inmenso del sur de la india, las olas del mar acompañando en una melodía sin fin y la pequeña ciudad despertando a nuestros pies. “Déjate llevar, entra en la postura y no luches, permite que la gravedad te ayude a llegar más allá”. Las sensaciones de paz y calma iban entrando en mi cuerpo y en mi mente como una medicina que tiene efecto inmediato.

Tres días más practicando con Vinay y las chicas en aquel tejado cerca del cielo fueron un regalo para los sentidos y para mi corazón. El ultimo día me invitaron a la clase de Rachel, una estudiante de yin yoga, apasionada y llena de energía vital que me cautivó desde el primer momento. Su voz temblorosa al principio, pero segura y suave a la vez me llevó por una práctica poderosa y revitalizante. Al final de la clase mis ojos derramaban lágrimas por tener que decir adiós.

Yoga en la India

Recuerdo aquellos cuatro días como la cosa más especial que me ocurrió en Kerala, desde entonces Rachel y Vinay tienen un espacio en mi corazón y en mi mente.

Gracias por haber hecho tan bonitos aquellos días, gracias por vuestra energía y por las sonrisas.

La dureza del diamante forma parte de su utilidad, pero su verdadero valor reside en la luz que brilla a través de él
BKS Iyengar

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