Viajar sola

Después de que la encuesta de Instagram saliera casi casi 50% post, 50% video, aquí me encuentro contando cómo empecé a viajar sola.
Para ser sincera, debo contar que viajar sola era algo que me hacía muchísima ilusión pero que a la vez me daba un miedo atroz, y que no me creía capaz de superar.
Así que le fui plantando cara poco a poco.
Lo primero de todo fue empezar a hacer sola cosas que solía hacer acompañada, como por ejemplo, apuntarme a unas clases o ir al cine. ¿Sencillo no? Pues yo no había ido nunca al cine sola y me parecía de los más extraño. Un miedo estúpido a lo que pensaría la gente o a una soledad desconocida. ¡¡Pero si iba a ver una peli!! Nadie iba a poner su atención en mí, y tampoco necesitamos a nadie para ir al cine y estar callados. Vaya cosas raras nos juega esta mente. La verdad es que después de hacer estas pequeñas y cotidianas actividades, me sentía muy bien.

Llegó el momento de dar un paso más grande, así que busqué un destino apetecible y una actividad en la que no estar completamente sola. Encontré la India, no iba a ser la primera vez que iba, aunque sí era una ciudad nueva, no era un país totalmente desconocido. Me fui a Kerala, a colaborar en la construcción de una escuela de yoga a la orilla del mar. Los creadores del proyecto son una pareja, ella es española y él brasileño, la mayoría de personas que encontré allí, hispanoparlantes, de este modo era algo más fácil. Aunque a veces relacionarte en otro idioma tiene sus ventajas.


Una vez allí, después de trabajar duro durante 15 días, el grupo decidió hacer un poco de turismo, un fin de semana, en una localidad situada en un acantilado y llena de lugares bonitos donde hospedarse. Me fui con ellos, pero yo ya no volví. Era el lugar idóneo donde separarse del grupo y empezar a caminar por una misma, y así lo hice. Fue el momento de empezar a viajar verdaderamente sola.

La idea era quedarme unos días más alli, y continuar por otras zonas, pero aquel lugar me fue atrapando. Encontré clases de yoga bien tempranito, en frente del mar. Desayunos baratos y ricos. Gente amable con la que de un sencillo “good mornig” y acabó siendo casi como una familia para mí. Compañeros de guest house que proponían planes cada día, rutas, cenas, bailes…..

Empecé a tomar clases de cocina y a cambiarlas por clases de yoga en el tejado de donde me hospedaba. ¿Cómo irme de allí? Fue la fecha del vuelo de vuelta la que me hizo mover, despedirme de todos los bellos seres que se habían incorporado a mi vida, y coger el tren de vuelta a la ciudad desde la que volaba a casa.
El mes completo había pasado en un abrir y cerrar de ojos. Sin darme cuenta había estado viajando sola y había cumplido mi sueño. Que bien me sentí cuando me vi capaz.
Ahora estoy en la India, de nuevo, en el norte, sola, y si algo he de decir es que no importa donde vayas, ni lo sola que vayas porque al final siempre estás acompañada.


No hace falta que te enfrentes a tus miedos tirándote de cabeza a la piscina, ¿Quién dijo que se tuviera que hacer así? Ves poco a poco, busca los pasos necesarios, pueden ser parecidos a los míos o completamente distintos. No pierdas el objetivo, escúchate y para donde necesites, cambia de plan siempre que lo sientas y sobretodo sé feliz.

Gracias por leerme. Si ya has viajado sola y quieres compartirlo para inspirar otras personas, cuéntanoslo por aquí abajo. Si aun no lo has hecho y tienes dudas, o quieres información concreta de algún lugar, no dudes en preguntarme.
Y si quieres ir a la India pero no te apetece ir sola, cuéntamelo también, estoy preparando algo.
Muchas ánimos y a cumplir sueños.

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